Haz que tu plan B sea igual o más inspirador que tu plan A
- Liliana Gélvez

- 19 feb
- 3 Min. de lectura
Primero hablemos del “Plan A”: En la vida profesional es muy importante disfrutar lo que haces en el día a día, enamorarte de tu trabajo y deleitarte con él. Ese es el secreto que te lleva a desarrollar tu máximo potencial.
Sin embargo, a veces sentimos que lograrlo es una utopía y decidimos que, a la final, “por eso me pagan” y nos quedamos ahí. Pensamos que “el trabajo de mis sueños no existe, aunque añoramos que llegue algún día.
Te has detenido a pensar, ¿cómo es un día de trabajo en tu diario vivir? ¿Qué es lo que más disfrutas de él? ¿Porqué? ¿Cuál es tu mayor reto cada día? ¿Qué es lo que menos disfrutas? ¿Porqué?
Aunque no siempre encontramos el trabajo ideal, es muy importante como yo decido vivir mi vida laboral. ¿Cómo escojo la empresa a la que llevo mi hoja de vida? ¿Cómo acepto un trabajo? ¿Cómo tengo el coraje de decir “no más” y renunciar? ¿Qué es negociable y que no? Y algo fundamental en cualquier trabajo: autocriticarse, revisarse, evaluarse, mirar las oportunidades de mejora y de aprendizaje que tienes: “Mantener afilada la sierra”, es decir, nunca dejar de aprender y estar preparado para cuando llegue una oportunidad. Las oportunidades siempre están ahí. ¡Prepárate!
Mi maestro Julio Olalla, cuando estábamos formándonos para ser Coaches, decía: “Tus heridas son tus recursos, si es que has aprendido a aceptarlas.” Así que te contare como ha sido mi esto de mi plan A y mi plan B.
El secreto que he descubierto a lo largo de mi vida laboral es la inmensa valía de conocer el propósito de mi trabajo para enriquecerlo y poner en él las herramientas adquiridas en mis años de formación y de aprendizaje continuo. Cuando lo hago, veo como logro crear, innovar y enriquecer mi trabajo al tiempo en que yo misma crezco. Es entonces cuando me apasiono con lo que hago. Por ejemplo, como ingeniera trabajé en instalaciones y mantenimiento, en el área comercial, en planeación, en recursos humanos, en líneas muy diferentes que he disfrutado al máximo.

Ejecutaba mi plan A y soñaba con un plan B retador. Mi pasión desde pequeña fue viajar, y organizaba mi vida para hacerlo y conocer. Después de un viaje de vacaciones a Australia, decidí que ese era mi plan B. Cuatro años más tarde de este viaje, obtuve la residencia permanente y, tres meses antes de la fecha límite para ingresar al país, ¡mi plan A se acabó! ¡Todo puede pasar en el mundo laboral, y pasó cuando mi plan B estaba listo! No fue fácil cerrar casa, con una bebé de un año, empacar la vida en seis maletas y arrancar.
Luego de tres años y por temas familiares regresé a Colombia, tampoco fue fácil, pero ya era ciudadana australiana, lo que para mí siempre significó contar con plan B sólido. Lloré, reí, extrañé, me arrepentí, subí, bajé, hasta que logré reconstruir un plan A y pude disfrutar de nuevo la vida en Colombia …. Crecí como ser humano, me formé como Coach, desarrollé mi potencial para ayudar a mucha gente y esto, además de hacerme feliz, me ha hecho sentir valiente y útil para una sociedad y una comunidad que necesita reconstruirse desde lo más individual del ser humano: “la confianza en sí mismo”
Hace un año mi situación laboral cambió y pese a que mi plan B es fascinante, de nuevo no fue fácil dejar, soltar, aceptar, fluir. No siempre es fácil pero tampoco es imposible. Así que mi plan B volvió a ser mi plan A, el cual hoy disfruto plenamente al lado de mis hijas y de una familia maravillosa en un país hermoso. Busco cada día la forma de aportarle a mi comunidad, de crecer y seguir aprendiendo. Leo mucho, escribo, hago voluntariado y hago coaching. Este plan ya solo depende de mí …
Poco a poco y muy rápido llegamos a ese momento donde “todo depende de mí”, pero, si miramos detenidamente, el camino siempre “depende de mí”, porque solo yo puedo decidir cómo vivir cada nueva experiencia que la vida me da.
¿Cuál es tu plan B?




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