¿Amor o Miedo?
- Liliana Gélvez
- 31 mar
- 3 Min. de lectura
¿Te ha sucedido alguna vez que mientras caminas, nadas, manejas o estas en el mercado, de pronto dices ¡Wow!, porque en ese instante se te revela que algo que ha pasado en tu vida y no lo has reconocido? A mí sí.
Nunca fui la niña vestida de rosado, que jugaba a las muñecas y soñaba con ser mamá, prefería armar y desarmar, jugar con canicas y correr en la bici, así que dentro de mi percepción de mí misma estaba: “las acciones que he tomado en mi vida, las he tomado con la cabeza” y recuerdo decirlo con frecuencia: “Hay que decidir con la cabeza, no con el corazón”. Muy lógico, muy coherente, además con mi formación como ingeniera, muy “yo”.
Bueno pues esta semana he pensado en los grandes cambios o decisiones que he tomado en mi vida y en lo que motivó cada uno de ellos:
A los 16 años me fui de intercambio. ¿Qué me motivó a hacer eso? El amor por viajar y conocer.
En el 2000 tomé la decisión iniciar un proceso para vivir en Australia, a donde nos mudamos en el 2004. ¿Qué me motivó a hacer eso? El amor por ese país.
En el 2007 tomé la decisión de regresar a Colombia. ¿Qué me motivó a hacer eso? El amor por mi familia.
En el 2011 tomé la decisión de dirigir la Fundación Ge lo que implicaba poner de lado mi carrera profesional. ¿Qué me motivó a hacer eso? El amor por ayudar a la gente.
En el 2023 tomé la decisión de decir “NO” al cambio propuesto por la empresa donde trabajaba. ¿Qué me motivó a hacer eso? El amor por mi coherencia y mi felicidad.
¡Claro que en cada uno de ellos sentí miedo! Pero elegí lo que amaba y cada elección me ha hecho feliz.
Cada decisión que tomamos en la vida está guiada por dos fuerzas fundamentales: el amor y el miedo. Puede que no siempre lo identifiquemos, pero cuando analizamos nuestras acciones y pensamientos más profundos, nos damos cuenta de que todo lo que hacemos nace de una de estas dos emociones.
El amor como motor de acción
El amor es expansivo. Nos impulsa a explorar, a crear, a confiar. Cuando actuamos desde el amor, nos sentimos motivados, llenos de energía y con un sentido claro de dirección.
Cuando amas lo que haces, te entregas con pasión y disfrutas del proceso, sin importar los obstáculos.
Cuando te amas a ti mism@, tomas decisiones alineadas con tu bienestar y crecimiento.
Cuando amas a los demás, conectas con empatía y construyes relaciones genuinas y significativas.
Actuar desde el amor no significa que no existan desafíos, sino que decides enfrentarlos con confianza, enfocándote en lo que sí puedes lograr en lugar de lo que podría salir mal.
El miedo como barrera invisible
El miedo, en cambio, nos limita. Nos hace dudar de nuestras capacidades, nos lleva a postergar decisiones y nos paraliza ante la incertidumbre.
El miedo al fracaso impide que tomemos riesgos necesarios para crecer.
El miedo al rechazo nos hace conformarnos y no expresar nuestra autenticidad.
El miedo a lo desconocido nos deja atrapados en la comodidad de lo familiar, aunque no nos haga felices.
Cada emoción tiene una función, la del miedo nos protege del peligro. Pero cuando lo dejamos gobernar nuestras decisiones, nos aleja de la vida que realmente deseamos.
¿Cómo elegir el amor sobre el miedo?
El primer paso es reconocer desde dónde estamos tomando nuestras decisiones. Pregúntate:
¿Estoy eligiendo esto por amor o por miedo?
¿Qué haría si el miedo no estuviera presente?
¿Cómo sentiría actuar desde la confianza y la posibilidad?
Una vez que tomas conciencia, puedes desafiar esos miedos y dar pasos pequeños pero firmes hacia lo que realmente quieres. La clave está en enfocarte en lo que puedes ganar en lugar de lo que podrías perder.
Imagina una vida donde tomas decisiones guiado por el amor, donde confías en tu potencial y te permites avanzar sin que el miedo dicte tu camino. ¡Esa vida es posible! Y comienza con una elección diaria: ¡elegir el amor sobre el miedo!
Tú decides desde dónde quieres vivir.
Comentarios